Día 2: Abrir el corazón a la fraternidad y la justicia

CENTROAMÉRICA | 12-ENE-2019

Compartimos una entrevista que se realizó al P. Marcelo Amaro, S.J., Delegado de Juventud y Vocaciones de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y El Caribe (CPAL), quien viajó hasta Centroamérica para participar en MAGIS 2019.

¿Cuál es la expectativa de la CPAL respecto a MAGIS 2019?

La expectativa es brindar a los jóvenes ignacianos del mundo un espacio de profundización desde nuestra espiritualidad que siempre va a querer integrar la fe y la justicia. Esperamos brindarles una experiencia fuerte en fraternidad, de conocimiento de la realidad social en una clave de amor y servicio como la espiritualidad misma nos lo inspira. (…) La realidad centroamericana, la realidad eclesial y la realidad de la Compañía de Jesús va a tener para todos nosotros una fuerza testimonial muy fuerte; pues es una fe que tiene que ver con el anuncio profético, con la denuncia del mal, de la violencia, de la corrupción, con el anuncio del valor de la justicia… lo cual es una oportunidad de un gran aprendizaje para nosotros.

El año 2018 fue muy complicado para la región centroamericana, tanto por la crisis sociopolítica de Nicaragua como por las caravanas de migrantes que partieron del Triángulo Norte hacia Estados Unidos. Sin embargo, hoy es sede de MAGIS 2019 ¿Qué significa esto?

MAGIS es la oportunidad de sabernos hermanos y sentirnos cristianos desde una fe que da esperanza y da sentido a la vida en los contextos que tenemos que vivir. Hoy, en Centroamérica toca un tiempo muy duro, muy difícil y en otros países también. Pero el reino de Dios se tiene que hacer lugar como en el tiempo de Jesús: como levadura en la masa. Nosotros (…) tenemos que buscar que el mensaje de Jesús -¡que la vida de Jesús!- se haga presente en un mundo que le cuesta vivir la fraternidad, que le cuesta vivir la justicia, que le cuesta vivir el amor. En medio de la dureza de estas caravanas, hemos tenido testimonios preciosos de gente que va buscando vivir la esperanza de la fe.

¿Qué pueden aprender las delegaciones internacionales de los jóvenes centroamericanos?

De los jóvenes centroamericanos esperamos que nos puedan abrir el corazón y contarnos su experiencia. (…) Los jóvenes centroamericanos tienen un anuncio y una experiencia de vida preciosa para transmitirnos a nosotros que la cosa no va por ahí… que el seguimiento de Cristo, que la fe, que la esperanza y que el amor lo vivimos en contextos difíciles y que se tiene que hacer lugar en el mundo. Y eso implica siempre abrir el corazón a la realidad de los hermanos que más sufren; a la realidad de los últimos. (…) El que quiera vivir la espiritualidad ignaciana tiene que estar atento al que sufre, al pobre, debe buscar tender puentes y vivir la fraternidad y la solidaridad.

¿Cómo se pueden «afectar más» los peregrinos MAGIS por las realidades de sus continentes?

Hay que ir a los pobres. San Ignacio decía: “la amistad con los pobres nos hace amigos de Dios”. La amistad implica relación, cariño, conocimiento; y eso, nos hace amigos de Dios. No se trata de un servicio a control remoto, no se trata de una sensibilidad a larga distancia, sino se trata de acercar nuestra vida al hermano que sufre, al hermano necesitado y eso nos abre el corazón a la fraternidad y a la justicia. Ojalá todos los jóvenes que están en el MAGIS -en los distintos países de Centroamérica, viviendo las distintas experiencias-, puedan tocar la realidad de los hermanos más pequeños, de los hermanos que están sufriendo; que puedan conocer lo que viven y abrir el corazón a sus realidades para que el Señor se meta ahí y nos haga esto amigos de Dios.

¿A dónde quiere llevar MAGIS a estos jóvenes ignacianos?

MAGIS espera que estos jóvenes sean sensibles, compasivos, que puedan entender la realidad del otro y cómo responder desde sus responsabilidades.  Como dice San Ignacio, se trata de en todo amar y servir. Un servicio que brote del amor, no del super yo, ni de esas cosas egoístas que nos hacen servir pero sin poner el corazón ahí. MAGIS quiere acercar a los jóvenes a la realidad de la gente; y a la realidad de un continente que es fuente de esperanza en medio de un contexto difícil, de desigualdad y de gobiernos que están rompiendo con una democracia que era nuestro deseo. Desde ahí, estamos invitados a seguir a Cristo, a vivir nuestra esperanza siendo hombres y mujeres para los demás.